Con 63 años de vida, Estanislada Méndez, más conocida como “Coca”, ha demostrado que los sueños no tienen fecha de vencimiento. Después de años de esfuerzo y perseverancia, finalmente obtuvo su título universitario como Contadora Pública, cumpliendo una meta que había anhelado desde su juventud. Su historia no solo es un ejemplo de superación, sino también una lección para aquellos que creen que es tarde para perseguir sus aspiraciones.
Coca siempre soñó con ser contadora. Graduada como perito mercantil en 1980, sus circunstancias de vida no le permitieron seguir ese camino en su juventud. “Terminé el secundario con la intención de estudiar contaduría, pero en mi pueblo no estaba la carrera y no podía viajar a la capital. Lo más próximo era el magisterio, así que estudié para ser maestra”, relata. Su vida continuó con nuevas responsabilidades: se casó, formó una familia y se mudó a Río Grande, donde se dedicó a la docencia por muchos años.
Sin embargo, el deseo de convertirse en contadora nunca la abandonó. Con la jubilación, llegó la oportunidad que había esperado durante tanto tiempo. “Cuando me jubilé, vi que en Río Grande estaba la carrera de contaduría y no lo dudé. Sabía que era mi momento”, dice Coca, quien decidió inscribirse y comenzar una nueva etapa en su vida.
Reiniciar los estudios universitarios después de tantos años fue todo un desafío. Coca se enfrentó a materias que no había tocado en décadas, en un entorno mayoritariamente integrado por jóvenes estudiantes. “Volver a estudiar matemáticas fue muy difícil para mí. No había visto la materia desde que me recibí de maestra, y retomar fue complicado”, admite.
A pesar de los obstáculos, Coca nunca estuvo sola. Sus compañeros de clase, aunque más jóvenes, la apoyaron incondicionalmente, al igual que sus profesores y su familia. “Siempre recibí palabras de aliento. Mis compañeros me decían que no era tan difícil como yo lo imaginaba, y eso me motivó a seguir adelante”, comenta.
El camino no fue fácil. Hubo momentos en los que Coca pensó en abandonar, especialmente después de desaprobar un parcial o enfrentarse a un tema particularmente complicado. “Sí, varias veces intenté dejar la carrera, pero siempre me decía a mí misma que no debía darme por vencida. Sabía que si lo hacía, nunca alcanzaría mi sueño”, reflexiona.
Finalmente, llegó el día tan esperado: Coca aprobó su última materia, culminando con éxito su carrera universitaria. Fue un momento de profunda emoción, aunque también de nostalgia. “Lo primero que pensé cuando me dijeron que estaba aprobada fue en mis padres. Me hubiera gustado que estuvieran presentes para compartir este momento, pero sé que de alguna manera estaban conmigo”, dice con emoción. Sin embargo, Coca no estuvo sola en su graduación. Su esposo, hijos, amigos y compañeras de estudio estuvieron allí para celebrar con ella, y su alegría fue inmensa.
La historia de Estanislada “Coca” Méndez es un recordatorio de que la edad no es un impedimento para alcanzar los sueños. Para ella, la clave está en la perseverancia y en no rendirse ante las dificultades. “A los jóvenes y adultos que piensan en abandonar sus estudios, les diría que insistan, que intenten una, dos, tres veces. Puede ser difícil al principio, pero la sensación de haber llegado a la meta es incomparable”, aconseja.
Hoy, Coca se siente plena y agradecida. “Río Grande es bendito para mí, Río Grande es todo”, expresa con cariño hacia la ciudad que la vio cumplir su sueño. Con su título de contadora pública en mano, Coca es un ejemplo inspirador de que nunca es tarde para aprender, crecer y alcanzar las metas que uno se propone, sin importar cuántos obstáculos se interpongan en el camino.
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