La readecuación de la programación de Radio Nacional, implementada por el gobierno nacional, generó una significativa reducción en la salida al aire de las emisoras locales en las 49 estaciones que conforman la red en todo el país. La medida causa incertidumbre y preocupación entre los trabajadores de las emisoras provinciales, tal como lo destacó Adriana Cabrera, trabajadora de la emisora en Río Grande.
Cabrera, en una entrevista por ((La 97)) Radio Fueguina, describió la nueva modalidad aplicada y el estado de incertidumbre que vive el personal de la radio. «Venimos de una incertidumbre terrible desde las elecciones y desde el 10 de diciembre, conociendo cuál iba a ser nuestro futuro a partir de si privatizaban, si vendían o no sé qué. Se fueron dando diferentes acciones», expresó, reflejando el clima de ansiedad y preocupación que se vive entre los trabajadores.
La reorganización de la programación afecta profundamente la estructura habitual de las emisoras. Según Cabrera, «de cada turno de seis horas al aire, nos quedaron dos horas al aire. De las dos horas, que hoy por hoy tenemos en la mañana, media hora la ocupa el vocero presidencial, Manuel Adorni». Esta drástica reducción no solo disminuye la cantidad de tiempo al aire para los programas locales, sino que también limita la capacidad de abordar temas regionales y de interés comunitario.
La situación es igualmente complicada para las emisoras que operaban con equipos más grandes. «Imaginate equipos de cuatro personas, al menos operador, productor y locutor más alguien que llame por teléfono, todo ese equipo queda sin tarea determinada», comentó Cabrera, subrayando el impacto negativo en los trabajadores, quienes ahora enfrentan la posibilidad de quedarse sin ocupación.
Los recortes no solo afectan a los programas habituales, sino también a servicios cruciales como los emblemáticos mensajes al poblador, esenciales en regiones con difícil acceso a las comunicaciones. «Particularmente los nuestros eran de 5 a 10 minutos, pero hay lugares, como por ejemplo Río Senguer, que tienen extensas distancias entre una y otra radio y que en esa zona no hay señal de telefonía, a ellos también se les acortó a cinco minutos», explicó Cabrera, preocupada por cómo esta reducción afectará a las comunidades aisladas.
La incertidumbre también se manifiesta en la falta de claridad sobre cómo se implementarán las nuevas directivas. Cabrera mencionó una reunión reciente donde se discutieron las pautas a seguir, pero destacó la falta de detalles específicos: «Lo que se pretende es que exista la intervención de colegas del resto del país en este programa que va por la mañana hasta las 10, desde Buenos Aires. Aparentemente es tan poca la información o la directiva que tenemos, que tampoco sabemos cuándo nos van a llamar».
Además, la prohibición de emitir información política en un contexto donde muchos temas tienen un componente político significativo, añade otra capa de complejidad. «Cuán difícil es para nosotros en una provincia en donde, ponele hoy el tema de la salmonera, es un problema político, económico», indicó Cabrera, evidenciando los desafíos que enfrenta el personal al intentar mantener informada a la audiencia sin poder tocar ciertos temas.
La ausencia de directores en las emisoras y la dependencia de los «referentes» para la comunicación con Buenos Aires también agrava la situación. Estos referentes no tienen capacidad de decisión y solo pueden transmitir los mensajes entre la central y las emisoras locales, lo que limita aún más la capacidad de respuesta y adaptación a las necesidades locales.
La reducción de los horarios de salida al aire y la centralización de la programación en Buenos Aires dejan a las emisoras provinciales sin dudas en una posición precaria. «En Ushuaia es idéntico, porque el programa de Diego Ramos va desde las 7 hasta las 10 de la mañana en todo el país. O sea, todo el país se entera de lo que pasa en Buenos Aires, excepto los dos o tres compañeros que puedan salir en estas dos horas que hablen de algún punto del Interior», concluyó Adriana Cabrera, subrayando la uniformidad de esta medida y su impacto generalizado.
La situación refleja una profunda transformación en la estructura de Radio Nacional, que genera una gran incertidumbre y preocupación entre sus trabajadores, especialmente en las provincias. Mientras las emisoras locales luchan por adaptarse a los nuevos cambios, la pregunta sobre el futuro de la radio pública y su rol en las comunidades sigue sin respuesta.
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