Sentado en el banquillo de los acusados, el hombre que le gatilló a la expresidenta confesó su deseo de asesinarla y, en su estrategia judicial, decidió no involucrar a más personas, ni siquiera a su pareja, Brenda Uliarte. Las contradicciones que tuvo su exposición.
En la primera jornada del juicio oral por el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner, Fernando Sabag Montiel -el copito que le gatilló a la expresidenta- confesó su deseo de matar a la dirigente del peronismo y en su estrategia judicial insistió que fue una motivación personal sin «el accionar de terceros». En ese sentido, dijo desconocer a los grupos de ultraderecha -tal como Revolución Federal- los mismos que integraba su novia, Brenda Uliarte, también acusada por el intento de asesinato. Sobre ella, Sabag Montiel también aseguró que «la quería ver muerta (a Cristina)».
«Es corrupta. Roba. Hace daño a la sociedad y demas cuestiones que ya son sabidas”, dijo Sabag cuando le preguntaron por qué intentó asesinar a CFK. En ese tono, el acusado ratificó una idea sobre que es el Poder Judicial el que la llevó al intento de magnicidio: «Es culpa de la Justicia que (Eduardo) Belliboni esté libre, que Cristina Kirchner esté libre. Tiene que venir en un don nadie a decir paren».
Las contradicciones de Sabag Montiel quedaron a la orden del día. El acusado dijo y reafirmó que no necesitaba ser financiado para llevar adelante el atentado por que él «tenía una casa, cinco autos y plata». Luego, entre los motivos que enunció por la cual había decidido asesinar a la expresidente mencionó que la gota que revalsó el vaso fue que debió salir a vender copitos de algodón.
“En lo personal me sentí humillado”, relató quien se jactaba de tener dinero de sobra. El acusado mostró también contradicciones con lo hecho o una inestabilidad emocional respecto de la decisión que tomó: “Fue un acto en contra de mi voluntad porque, en el momento que lo hago, sentí que no lo quería hacer, pero lo tenía que hacer”. Sin embargo, ante una consulta del abogado querellante José Manuel Ubeira, dijo no sentirse arrepentido de lo sucedio y consciente de lo que hubiese ocurrido en caso de cometer el crimen: «Iba a haber una desestabilización, una temida guerra civil, un enojo grande de la sociedad».
Sobre el rol de Uliarte, Sabag Montiel dijo que «la quería ver muerta» a Cristina Kirchner, pero que ocupó un lugar de «espectadora». «Yo nunca le planteé o le ordené a que lo haga, ni le di el arma diciéndole ´hacelo vos´. Ella quería ser una espectadora del momento más que una partícipe», sostuvo el acusado como autor material del intento de magnicidio ocurrido el 1 de septiembre de 2022.
Según el acusado, Uliarte sabía muy bien de sus ideas, pero «no estaba tan segura de lo que yo podía hacer» y consideró que ella «lo tomó como un juego de niños o una muestra de valentía para tratar de quedar bien con la gente y no como algo serio». Pero reconoció que tampoco hubo de parte de Brenda «un freno para decir no hagamos esto porque podemos caer presos».
Sabag Montiel definió su relación con Uliarte como «amigos con derechos» y declaró que ella sí se reconocía como «libertaria», mientras que él era «apolítico». «Las bases o el incentivo por las cuales cometí el atentado no es para tener una posición en las antípodas del kirchnerismo o de estar en un sector contrario. Los fines tienen más un tinte personal que un fin que pueda beneficiar a algún sector político”, indicó.
Sobre la noche del 1 de septiembre de 2022, cuando apuntó con el arma a la cabeza de Cristina Kirchner, el acusado volvió a cubrir a Uliarte: «Solo era yo el que portaba el arma en el bolsillo de reverso de la campera. Una parte estaba en un bolsillo y el cargador lo tenía en otro. Brenda no tenía armas». En cuanto a la acción del fallido disparo, señaló que alcanzó a gatillar solo una vez y no dos. «No le volví a dar recarga al arma porque fui interceptado» y agregó que se situó a solo 30 centímetro de la entonces vicepresidenta para «poder llegar» y que no tenía plan de escape.
Sobre esa falta de planificación, Sabag Montiel buscó mostrar su inexperiencia y su rol como lobo solitario.»Esa iba a ser la primera vez que iba a matar a una persona. Todo pasa muy rápido, debe ser como un reflejo del cerebro que se desconecta», señaló ante el Tribunal Oral Federal 6 de Comodoro Py.
«Cuando me agarran los manifestantes, los que me sacan son la gente seguridad de Cristina. Uno me propina un golpe que casi me saca el ojo. Y les decía ‘yo soy de ustedes’. Lo dije para que no me peguen”, relató sobre los segundos posteriores al intento de magnicidio.
El autor material del intento de magnicidio también respondió sobre su relación con Nicolás Carrizo, acusado junto a Uliarte por tentativa de homicidio. Describió su relación como algo estrictamente laboral y también lo despegó de los hechos: «A Carrizo jamás le conté lo que iba a hacer para preservarme a mi mismo».
Sabag Montiel señaló que el arma de la que Carrizo habla en los chats nunca llegó a sus manos, pero sí dijo, de manera confusa, que el denominado «jefe de la banda de los Copitos» y Uliarte habían recibido plata para «grabar la premeditación de dos o tres personas. Hicieron contra inteligencia para embarrar la cancha».
Cómo sigue el juicio y lo que no se investiga en el Tribunal
La palabra de Sabag Montiel llegó después de que se leyeran las acusaciones de la fiscalía (a cargo de Gabriela Baigún) y la querella de CFK (que integran los abogados Marcos Aldazabal y José Manuel Ubeira). Los principales acusados, Sabag Montiel, Uliarte y Nicolás Carrizo, enfrentan cargos graves que incluyen tentativa de homicidio doblemente calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, agravado por el uso de arma de fuego.
Se trata del juicio por el hecho hecho de violencia política más grave desde el retorno de la democracia, un hito que representó una ruptura del pacto democrático. Este aspecto fue minimizado, desdibujado, durante la etapa de instrucción a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti, y que avanzado el caso asumió la fiscalía. Cuando hizo la elevación a juicio oral (el proceso estará a cargo el Tribunal Oral Federal 6) ambos dijeron que no habían encontrado vinculaciones políticas o económicas detrás del intento de magnicidio.
De todas formas, Capuchetti mantiene abierta una causa residual, donde está la famosa pista que salpica el diputado del PRO Gerardo Milman, entre otras cosas. La querella de CFK y la fiscalía de Gabriela Baigún no descartan que aparezcan elementos durante las audiencias que orienten hacia quién pudo haber estado detrás.
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